lunes, 10 de agosto de 2009

La violencia inspirada por el amor


José Luis Espinosa

La Desconocida (La Sconosciuta)
Dirección y guión: Giuseppe Tornatore.
Países: Italia y Francia.
Año: 2006.
Duración: 118 min.

Exhibida en la Cineteca Nacional

La realidad, cruda y hermosa, sublime y grotesca. La vida, con sus claroscuros en los que es muy difícil percibir negros y blancos puros. Así es la vida de Irena, una Ucraniana que llega a Italia tratando reconstruir su vida, intentando liberarse de los demonios de un pasado de explotación sexual que la persiguen, y a los que inevitablemente debe recurrir para darle sentido a su vida, una vida que ahora le pertenece a la hija que le fue arrebatada.

Valiéndose de una astucia peculiar, Irena se hace emplear como personal de limpieza en un edificio de apartamentos de la ciudad joyera de Trieste, para después de algunas artimañas, colarse como empleada doméstica de la familia Adacher.

Sus nuevos jefes son padres de Tea, una niña que padece una rara enfermedad neurológica que le impide emplear correctamente sus reflejos. Irena y Tea comenzarán una relación muy cercana y una complicidad muy grande, que las llevará a situaciones de violencia y amor insospechadas.

La desconocida es un personaje al que Giuseppe Tornatore dota de múltiples facetas y en el que convergen sentimientos y actitudes tan crueles como amorosas. La desconocida se inventa una nueva vida, finge y se camaleoniza motivada por un amor de madre que le permite mantenerse de pie, aún cuando sus recuerdos parecen derrumbarla.

La desconocida es una excelente cinta con la que Tornatore regresa a la pantalla grande después de cinco años de ausencia. El director de Cinema Paradiso juega en este nuevo trabajo con el espectador, al sumergirlo psicológicamente en una serie de situaciones de suspenso, violencia y amor, que harán de la película una experiencia digna de ser vivida.

domingo, 2 de agosto de 2009

Lo que nos queda es lo que siempre tuvimos



Y vivimos empeñados en perseguir los sueños, en buscar las respuestas, en defender los ideales y alcanzar la felicidad. Y nos entregamos sin más protección que la que nos puede dar nuestros pensamientos y nuestros instintos; casi desnudos, vulnerables somos ante la realidad que nos envuelve, que nos pertenece.


Los ideales nos dan respuestas a los que buscamos. Con vista, pero casi ciegos, nos aferramos a las certidumbres, a los casi derrumbados muros de la verdad, o de nuestra verdad.


Vivir por lo que creemos nos da sentido y razones para continuar andando. Y en nuestras andanzas poco a poco nos lastiman las heridas que antes no sentíamos; las cicatrices del pasado son más visibles a nuestros ojos, nuestra protección se debilita.


Sorpresas inesperadas nos van dando de a poco más visibilidad a una vista que realmente nunca perdimos, pero a la que le ordenamos mirar al punto que queríamos o creíamos ciegamente.


Cuando la realidad se nos presenta con su verdadero rostro; cuando todas nuestras verdades se convierten en sólo un juego; cuando nos gana el amor y nos persiguen nuestros demonios y fantasmas, es el momento para replantearnos, para buscar nuevos sentidos, para vivir más en los qués y no en los para qués.


Al final lo que nos queda es lo que realmente siempre tuvimos.


P.D. Sólo algunos pensamientos que daban vueltas en mi cabeza dañada esta mañana. Los tenía que escribir pa que dejaran de molestar y me pudiera dormir otro rato. Estas líneas surgieron después de ver la peli Azúcar Amarga